Un pueblo, los vettones

LOS VETTONES

La Península Ibérica era en el siglo V a.C. un mosaico de pueblos y el vettón era uno de tantos. Geógrafos e historiadores como Estrabón, Ptolomeo o Plinio, contaron en sus crónicas muchos detalles de los pueblos hispanos, aunque este tipo de fuentes contienen bastantes imprecisiones, al no ser, en muchos casos, de primera mano.

Parece que los vettones se extendían por las actuales provincias de Ávila, Salamanca, Cáceres, parte de la de Toledo y posiblemente la zona norte de la de Badajoz. La región de Vettonia o de los pueblos vettones es reconocida como tal por los citados autores clásicos, compartiendo este espacio geográfico toda una serie de rasgos culturales: organización social y económica, elementos materiales, lengua e ideas y creencias religiosas.

En las crónicas de los conflictos bélicos, ligados a la presencia romana en Hispania, se describe como los vettones se asociaban frecuentemente con sus vecinos lusitanos, pero también con otros pueblos limítrofes de la cuenca del Duero, como vacceos y celtíberos, siempre en una coalición contra los romanos. La asociación con los lusitanos parece que era más frecuente.

         Las diferentes poblaciones de la II Edad del Hierro de la Meseta Norte tienen características comunes, tales como: ser sociedades fuertemente jerarquizadas, con una élite guerrera a la cabeza; los asentamientos suelen estar situados en lugares fácilmente defendibles; etc. parece que los contactos entre las diferentes poblaciones ibéricas era frecuente, y no necesariamente hostil, como demuestran algunos objetos que, como las espadas, conservan modelos similares en gran parte de la Península, especialmente en la Meseta Norte.

         La cultura material de los diferentes pueblos de la Mesta Norte, si bien guardan peculiaridades propias, la mayoría de los objetos son bastante similares como pueden ser las espadas de frontón, cuchillos afalcatados, cerámicas peinadas y pintadas, etc.

ECONOMÍA

La base económica de los vettones habría de ser principalmente ganadera, pues los terrenos donde se asientan y las alusiones que hacen los autores latinos al respecto indican una preponderancia de la actividad ganadera. Pese a esto la agricultura tenía cierto desarrollo como muestran la gran cantidad de molinos, hallados en las casas, así como restos de cereales, y las propias herramientas de trabajo.

         Las actividades artesanales se fueron desarrollando a lo largo del periodo de existencia de los vettones. La generalización de la metalurgia del hierro la introducción del torno de alfarero, posibilitaron un gran desarrollo de éstas actividades, pero del resto también al poder realizar herramientas más resistentes, y recipientes mayores en menor tiempo.

         Por supuesto, la caza y la pesca seguirían siendo actividades realizadas habitualmente en el entorno de los castros, aunque ya no se dependía de tales actividades de manera tan importante como en épocas anteriores.

RITOS.

Sin duda, la necrópolis de Las Cogotas es uno de los cementerios más representativos y mejor estudiados del mundo vettón. J. Cabré excavó 1613 tumbas individuales de incineración repartidas en cuatro zonas y un pequeño sector aislado, separados entre sí por espacios de terreno estériles (Cabré Aguiló, J. 1932). Se ubica al Norte del castro, a unos 240 m de la Puerta Principal. Este emplazamiento responde al modelo seguido en todo el mundo vettón frente a las puertas de los poblados, a 150-300 m de distancia; intervisibilidad respecto a la acrópolis; proximidad a las corrientes de agua, que discurren a Este u Oeste de las necrópolis; y ordenación del espacio interno funerario mediante distintas áreas individualizadas con gran diversificación de ajuares, separados por espacios estériles.

La cremación de los cadáveres se realizaba en ustrina, hasta su deposición en un hoyo con o sin urna cineraria. En Las Cogotas, en el espacio que media entre la necrópolis y el castro, en una zona de canchales, se documentaron cenizas y restos calcinados de hueso y pequeñas escorias de metal, evidencias que pudieran ser interpretadas como el espacio colectivo reservado a la incineración de los cadáveres.

Existen grandes diferencias en los ajuares, que muestran de una sociedad fuertemente estratificada, con una estructura piramidal y marcadas diferencias. En la cúspide estaría una aristocracia dedicada al gobierno y a la guerra, detentando una parte esencial de su riqueza en la posesión de cabezas de ganado. Esta minoría, que posee armas ricamente decoradas y caballos, se diferencia del conjunto más numeroso de guerreros, cuya panoplia es muy reducida. Con el grupo dirigente se relaciona un grupo femenino, evidenciado en los enterramientos por joyas. Debajo de este grupo estarían los artesanos: alfareros, metalúrgicos, canteros, peleteros, tejedores, comerciantes… Por último, más del 80% de la población, sería una clase humilde (en las tumbas aparecen sin ajuar) dedicada al cuidado del ganado, tareas agrícolas y construcción y mantenimiento de las defensas. Es muy posible que una parte importante de este grupo fueran esclavos, a los que Estrabón hace referencia.

         Existen claros indicios de ceremonias y lugares de culto al aire libre, en santuarios rupestres, distinguiéndose también en el interior de algunos poblados. Suelen emplazarse en un sector privilegiado del asentamiento, vinculados a la acrópolis o a una calle principal.  El santuario más conocido del área vettona, asociado a un poblado prerromano, es el de Ulaca, castro que cuenta con un área sacra o nemeton en el sector noroccidental del poblado, relativamente apartada de las concentraciones de casas y con unas amplias panorámicas del Valle de Amblés. Formarían parte de ésta las estructuras monumentales labradas en piedra del santuario o “altar de los sacrificios” y la sauna ritual o “fragua”.

SOCIEDAD

Los datos que se extraen de las necrópolis indican una sociedad fuertemente estratificada con marcadas diferencias sociales. En la cúspide estaría una aristocracia dedicada al gobierno y a la guerra, una élite militar propietaria de caballos y armas de lujo y que detentaría buena parte de su poder en la posesión de grandes rebaños de ganado. Esta minoría, bien diferenciada del conjunto más numeroso de guerreros, ha de ponerse en relación con un grupo femenino, evidenciado por los objetos de adorno, que contrasta a su vez con otro, más numeroso, cuyo elemento distintivo es la fusayola, prueba palpable de la ocupación textil.

En otro escalón estarían los artesanos, cuya actividad se contrasta en los castros, por ejemplo, a través de las escorias de fundición o de las herramientas de carpintero, cantero, alfarero, etc. En relación con este grupo estarían los comerciantes.

         Por debajo de esta escala estarían los agricultores; y por último un nutrido grupo de esclavos. Entre ambos constituyen más del 80% del total.

         La estratigrafía horizontal de las necrópolis posibilita reconocer unidades familiares sobre la base de 4 argumentos:

  • Agrupamientos específicos de tumbas separadas por áreas estériles.
  • La existencia de tumbas socialmente preeminentes en cada área.
  • La homogeneidad del ritual funerario.
  • La diversidad de ajuares.

         Estos datos parecen ir encaminados a informarnos sobre una sociedad basada en los clanes de parentesco. Las unidades familiares debían de estar constituidas por un número escaso de individuos.

LAS COGOTAS